Allí estaba el joven de 20 años, sentado, tenso y con cara de preocupación, su nerviosismo era notable si uno se fijaba en sus manos, que temblaban y brillaban por el sudor nervioso.
- ¿Qué te sucede? - preguntó otro joven, un buen amigo
- Tengo la cena de aniversario y no encuentro el regalo que le compré - dijo con voz temblorosa
- No te preocupes, ¿lo has buscado bien?
- Por toda la casa, por cada cajón, cada armario, cada rincón y no aparece.
- Está bien, luego lo buscamos, ahora puedes sentarte, cierra los ojos y dime que sientes.
- Y ¿esa mierda de que manera me va a ayudar?
- Hazlo, después lo buscamos juntos.
- Está bien.
El joven se sentó, cerró los ojos y comenzó a explicar lo que sentía, primero era frustración por no encontrar el regalo que tanto le había costado comprar, era muy especial y lo había perdido, no tenía tiempo para comprar otro y tampoco sería el mismo regalo, era único.
- Sigue - le dijo su amigo.
Respiró hondo y después de unos segundos explicó que tenía miedo de que esa chica lo dejara, de estar solo, de sentirse un inútil delante de ella y que esa chica, tan guapa y especial, le dijera que no quería estar con una persona que tan poco detallista. Eso sentía, tenía miedo de perder la relación.
De repente se sintió más tranquilo, esa frustración venía con el miedo a estar solo, miedo a que esa chica le dijera que la relación había terminado por la falta de regalo en el aniversario, si así sucedía es que la relación no merecía tanto la pena, ella no lo amaba realmente, pensó mientras seguía sentado con los ojos cerrados, sintiendo como la tranquilidad y la paz invadía su cuerpo.
Se levantó, fue hacía el mueble del comedor, abrió un cajón, sacó una caja de madera y de esta sacó una cajita, era el regalo, se había acordado de donde lo había guardado, aunque ahora eso ya no importaba, ese regalo no era importante.
- Ya lo has encontrado, ¿estas contento?
- No mucho, estoy tranquilo, supongo que los nervios no me dejaban pensar con claridad.
- Puede que sea eso.
El joven fue a la cita, le dijo a esa chica que tenía un regalo y que no se lo daría hoy, quería saber si ella lo amaba, ella respondió.
- En este año no te he pedido nada, no me importa, estoy contigo y ese es el mejor regalo.
- Gracias cariño, aquí tienes tu regalo.
Era un anillo con una pequeña inscripción que decía:
"No me dejes nunca"
- Mi amor, es un anillo precioso, pero no puedo prometer eso, no puedo, no sabemos que puede pasar en el futuro.
- Sí, te entiendo, pero esa inscripción la pensé con miedo, ahora se que siento miedo de que me dejes, de estar solo, no tienes que cumplirla, es para recordar que ese miedo me impide ser totalmente feliz.
- Si lo sabes, ¿porque no lo dejas ir?
- ¿Dejarlo ir?
Al volver a casa, el joven, llamó a su amigo y le preguntó sobre "dejar ir el miedo", este le contestó:
- Ya lo has hecho pedazo de idiota, jajajajaja, este mismo día, repasa lo que ha sucedido y podrás entenderlo.